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Parque eólico en Portugal. Foto: bjalin |
Hace cinco años, Portugal decidió reducir su dependencia de la energía fósil. Hoy, tras muchos (y ambiciosos) proyectos de inversión en la implementación de energías renovables y en la investigación de nuevas formas de energía respetuosa con el medio ambiente, el 45% de la electricidad del país viene de estas fuentes, frente al 17% que tenían en 2005.
Cuando hablamos de energías renovables (de todo lo que tiene que ver con la biotecnología blanca, en realidad), encontramos siempre un prejuicio enorme difícil de vencer: sus altos costes. No obstante, la experiencia portuguesa muestra algo distinto: los precios de la electricidad soportados por los ciudadanos no han subido demasiado, ya que la red de suministro es ahora doméstica. Ya no tienen que importar (y pagar) toda esa energía fósil.