Foto: Roban Kramer |
La importancia que las microalgas podrían llegar a tener en nuestras vidas es tanta que es difícil de medir. Quédate con estos datos: existen más de diez millones de especies de microalgas descritas, lo que supone una diversidad bioquímica muy elevada. Y, precisamente por eso, su interés en el campo de la biotecnología es fundamental.
Ejemplos de estas microalgas son los pigmentos o los ácidos grasos y lípidos, de gran importancia en la industria de los omega 3, o las toxinas, muy utilizadas en el sector médico. Pero, ¿cómo se está realizando la producción y explotación de estas microalgas a nivel mundial? Aunque en la mayor parte de los casos se hace en sistemas abiertos, ya hay empresas que están utilizando sistemas cerrados.
La ventaja de estos sistemas está bastante clara: permite un cultivo en condiciones más controladas, lo que repercute de forma positiva en el desarrollo de los organismos al permitir una mayor producción de biomasa. En cuanto a las microalgas que se producen en estos sistemas, el 50 por ciento son Spirulina y el 40 por ciento Chlorella, especie aprovechada para suplementos alimenticios, piensos para perros y fungicidas para campos de golf.
El cultivo en sistemas cerrados facilita además la investigación, de forma que el descubrimiento de nuevos usos que se le podrían dar al producto es mucho más probable. O por lo menos eso es lo que opina Cristina Sobrino, investigadora de la Universidad de Vigo, quien asegura que el desarrollo industrial de las últimas dos décadas ha permitido un mayor aprovechamiento de las microalgas, dirigidas principalmente a usos alimentarios y médicos.
Vía | MisPeces.com
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