Alemania se está convirtiendo en un país conocido por sus esfuerzos en la aplicación de técnicas relacionadas con distintas vertientes de la biotecnología. Ya os hablamos del caso de Üplingen y su jardín de cultivos energéticos. Hoy toca otra aldea, Jühnde, que se ha convertido en un símbolo de la bioenergía al sustituir toda su energía fósil por electricidad y calor producido por biomasa.
El proyecto comenzó en 2006, cuando se puso en marcha una central de calefacción que quema restos de madera inutilizables. El segundo paso fue una planta de biogas que logra la energía a partir de abono líquido y estiércol de los establos del pueblo y de plantas de los campos locales. Las plantas se financian al vender el calor y la electricidad que generan, proceso gestionado por una cooperativa en la que participan el 70% de los vecinos.
El proyecto ha sido un éxito, ya que la aldea de 800 habitantes ha logrado autoabastecerse por completo, logrando por un lado la independencia tanto de las fuentes de energía fósiles como de las grandes empresas de electricidad (y bajando los precios); y por otro darle un impulso a la economía local al facilitar a los agricultores la venta de madera y plantas.
¿La razón del éxito? Todos los expertos coinciden en la importancia de la implicación de toda la comunidad en el proyecto, colaborando a través de la cooperativa local en la que cada vecino ha invertido un mínimo de 1.500 euros. Y teniendo en cuenta que el pueblo paga ahora casi la mitad que el resto de los alemanes por la electricidad, seguro que agradecen esa inversión inicial.
Vía | Biogasmax
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