Una nueva mirada al futuro de la biomedicina: dentro de unos años (aunque es difícil saber cuántos), los autotransplantes de vasos sanguíneos en casos de, por ejemplo, desvíos coronarios no serán necesarios. En su lugar, se utilizarán vasos sanguíneos artificiales, que harán que las operaciones sean más cortas y que el tiempo de recuperación del paciente sea también menor.
La investigación la lidera ahora la empresa Humancyte, que ha generado vasos sanguíneos a partir del cultivo de células de músculo suave de los tejidos de donantes humanos. Estos vasos fueron creados sobre unos “andamios”, tubos fabricados con un polímero biodegradable.
Las células de músculo se pusieron a trabajar, produciendo colágeno y otras moléculas que ayudaron a la formación de una matriz extracelular. Cuando el “andamio” se degradó, los vasos sanguíneos estaban ya formados. Quedaba tan solo un último paso: eliminar las células del nuevo vaso artificial, para evitar así las respuestas de inmunidad en los receptores al ser trasplantados.
La ventaja de estos nuevos vasos sanguíneos artificiales es clara: pueden ser almacenados fácilmente y recuperados con rapidez cuando se necesiten, lo que puede resultar clave en los casos de operaciones urgentes. Los experimentos que se han realizado hasta ahora (en animales) indican que todo va en la dirección correcta: los vasos sanguíneos artificiales son elásticos, fuertes y duraderos.
Queda por saber, no obstante, cómo funcionan estos vasos a largo plazo y sobre todo si acabarán por degradarse dentro del cuerpo humano. Ninguno de los científicos se atreve a dar fechas o un plazo de tiempo, pero todo parece indicar que el futuro sí pasa por los vasos sanguíneos artificiales.
Fuente | LA Times
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