Una nueva investigación se une al universo de las vacunas comestibles: en este caso se trata de patatas modificadas genéticamente para servir como vacuna contra el virus de la enfermedad de Newcastle (NDV, por sus siglas en inglés), que afecta principal a las aves, y cuya metodología acaba de ser patentada por investigadores del Instituto de Biotecnología del INTA Castelar, en Buenos Aires (Argentina).
La metodología patentada consiste en modificar el ADN de las plantas de patata, de forma que el nuevo ADN contenga la información necesaria para generar proteínas que serán las que despierten esa respuesta inmune en las aves que sean alimentadas con la patata transgénica.
Las ventajas de las vacunas comestibles son muchas, aunque destacan principalmente dos. En primer lugar, el hecho de que desaparezcan los efectos colaterales que muchas veces tienen las vacunas inyectadas, además de estar “libres de contaminaciones, patógenos, toxinas microbianas o secuencias oncogénicas”, como sostienen los investigadores. Además, la forma de aplicación se simplifica, evitando tener que manipular a las aves.
Esta nueva vacuna es también importante por la enfermedad contra la que se dirige: el NDV, muy contagioso, provoca problemas respiratorios y nerviosos en las aves, como jadeo y tos, alas caídas, cuellos torcidos, depresión o parálisis completa; lo que causa a su vez grandes pérdidas económicas todos los años. A partir de ahora, por lo menos, parece que irá siendo más fácil contenerla.
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