Foto: Enerkem |
Son muchas las iniciativas para encontrar una alternativa a los combustibles fósiles habituales, pero pocas parecen tan bien pensadas y útiles como esta: se trata de convertir la basura municipal en etanol, que se puede mezclar con la gasolina y reducir así poco a poco las emisiones de CO2.
La idea la ha puesto en marcha la compañía canadiense Enerkem, responsable de la primera planta del mundo que se dedica a la conversión de residuos en biocombustibles a nivel industrial.
El proceso aprovecha las moléculas de carbón que se encuentran en los residuos más habituales (incluso en los no reciclables) y las transforma en diversas materias químicas a través de una combinación de calor, presión y catalizadores químicos.
La planta, situada en Edmonton, puede producir más de 35 millones de litros de etanol, suficientes para unos 400.000 coches que diluyan con él su gasolina. ¿Resultado? Las emisiones de gases invernadero se pueden llegar a reducir un 80% al evitar que toda esa basura acabe en un vertedero y, a la vez, limitar la cantidad de combustible fósil en los vehículos.
Esta idea se une a otras muchas que investigan para encontrar la mejor alternativa. Biocombustibles a base de algas, de plantas de tabaco, de whisky... una cosa está clara: la oportunidad de negocio está ahí, y el mercado se lo llevará quien sepa identificar e invertir en la solución que mejor combine su eficacia ambiental con su viabilidad económica.
Vía | VentureBeat
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